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Formación Profesional Obrera

La fábrica de armas de Trubia

Fábrica de Trubia

LOS APRENDICES
Hasta mediados del siglo XIX la fabricación de bienes de consumo estuvo bajo el control de los gremios. Se trataba de un sistema monopolístico encubierto, representado por asociaciones profesionales de artesanos o industriales que ejercían el mismo oficio en la ciudad. Estaba gobernado por unas rígidas normas que regulaban la producción, calidad y precio de los artículos, evitando así la competencia entre ellos. En consecuencia, se trataba de un sistema monolítico dirigido habitualmente a uno o dos aprendices con edades medias comprendidas entre los 14 y 16 años. Estos alumnos noveles recibían las clases en el propio lugar de trabajo, a través de un contrato privado con su maestro de taller del que recibían normalmente el alojamiento, manutención, vestido y las enseñanzas propias del oficio. Mediante estos servicios se compensaba al aprendiz por los trabajos que realizaba.
El sistema no dejaba de ser una organización de estructura cerrada y vertical, en la que la figura del aprendiz aseguraba la continuidad de los oficios, lo que implicaba una gran rigidez en la transmisión de los conocimientos y una escasa evolución del aprendizaje basada en una especie de imitación, circunstancias que afortunadamente serían corregidas tras la aparición de las escuelas de formación profesional obrera.
La aparición de la primera revolución industrial en la segunda mitad del siglo XVIII apenas influyó en la mejora de los procedimientos de la enseñanza gremial. Sin embargo, a partir de mediados del XIX aparecieron nuevas tecnologías y teorías económicas, científicas y sociales; el maquinismo; la difusión y consolidación de las ideas liberales por Europa, etc., que darían lugar al origen de la segunda revolución industrial.

Francisco Antonio de Elorza y Aguirre

DE LOS GREMIOS A LA FORMACIÓN PROFESIONAL
El nuevo escenario indujo a los estados a involucrarse paulatinamente en la educación de los ciudadanos, exigiendo un nuevo sistema de aprendizaje colectivo que no fuese dirigido explícitamente a uno o dos alumnos. Había que institucionalizar y reglar escuelas donde se impartiera a los obreros una extensa formación teórico-práctica científica y técnica más avanzada, y que los formaran y cualificaran profesionalmente en un amplio abanico de oficios. Se iniciaba así un proceso de adecuación de la mano de obra a las nuevas necesidades industriales.
En este contexto técnicamente más avanzado, el sistema gremial resultaba ineficaz para adaptarse a estas novedades, comenzando en consecuencia a decaer a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, e instaurándose gradualmente el nuevo modelo de formación profesional que estaría directamente relacionado con el desarrollo de una profesión u oficio determinado, aunque referida únicamente al nivel elemental de las enseñanzas técnicas industriales.
Cuando en 1844 el teniente coronel de artillería Francisco Antonio de Elorza y Aguirre fue nombrado director de la Fábrica de armas de Trubia, incorporó al sistema de fabricación maestros extranjeros de reconocido prestigio. Siempre bajo la supervisión de los oficiales de artillería, estos expertos y técnicos, junto con las nuevas tecnologías que estaban apareciendo por Europa, comenzaron a aportar conocimientos y experiencias innovadores al funcionamiento y rendimiento de la fábrica.
Además, Elorza estaba convencido de que para modernizar y aumentar la producción había que romper con el tradicional esquema de enseñanza gremial de aprendices, y sustituirla por una organización más efectiva y profesional. Esta forma de pensar fue sin duda fruto de las experiencias adquiridas durante sus múltiples viajes por Europa, visitando todo tipo de instalaciones y factorías relacionadas con la industria, especialmente la militar.

LA PRIMERA ESCUELA DE FORMACIÓN PROFESIONAL OBRERA EN ESPAÑA
Para establecer el sistema de enseñanza que tenía en mente eligió a capitanes de artillería para impartir las clases teóricas, entre cuyas materias se encontraban las de Geometría, Aritmética, Dibujo, Mecánica, etc., en tanto que los maestros u operarios extranjeros contratados dirigirían las prácticas. Así, en este incipiente centro de enseñanza se daban los primeros pasos para convertirse en el origen de la primera Escuela de Formación Profesional Obrera de España. Su comienzo oficial hay que datarlo en el 7 de enero de 1850, coincidiendo con la redacción por parte de Elorza del texto fundacional de la escuela de aprendices de la Fábrica de armas de Trubia. Fue la primera de España a “la nueva usanza”, es decir, reglada y conforme a una formación científica y técnica en línea con la formación profesional elemental, orientada sobre todo a la industria militar.
En su ideario no sólo se pretendía formar profesionales de mano de obra directa y maestros para trabajar en Trubia, sino contribuir además a que éstos pudieran ir sustituyendo a los extranjeros que estaban siendo contratados por las restantes fábricas y fundiciones militares. De esta forma se beneficiaría a la industria española en general y a los trabajadores en particular.
La escuela se organizó de forma gratuita para los operarios y aprendices de la fábrica que se estaban formando por el primitivo sistema gremial, pero, además, podían asistir en las mismas condiciones aquellas personas que por su trabajo les fuera necesario mejorar sus conocimientos. Inicialmente comprendió tres cursos anuales que más tarde se ampliarían a cuatro, recibiendo el alumno el correspondiente título de aptitud una vez superaba todos los cursos.

Diego Quirós Montero

10/12/1981: España ingresa en la OTAN

El proceso de incorporación de España a la Alianza Atlántica se inició tras el discurso de investidura del presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, el 25 de febrero de 1981, dos días después del intento de golpe de estado del 23 de ese mismo mes.

El día 2 de diciembre de 1981, España comunicaba a la Alianza Atlántica su intención formal de adherirse al Tratado de Washington y, de manera casi automática, recibió la invitación del Consejo del Atlántico Norte (CAN) para iniciar el proceso de adhesión.

El día 10 de diciembre de 1981, los 15 ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN firmaron el protocolo de adhesión de España a la Alianza, en presencia de su colega español, José Pedro Pérez Llorca.

Este documento daba inicio, formalmente, al proceso de ingreso de España en la OTAN, una vez que las Cortes Españolas habían dado su autorización y con la firma del resto de los países miembros ad referendum (firma condicionada hasta que los parlamentarios o Gobiernos, según el caso, de estos países lo refrendaran).

El acto de la firma se realizó en la sede de la Alianza, en Bruselas, donde Joseph Luns, secretario general de la Organización, mostró su alegría por lo que consideró «una etapa en el camino de España para ocupar el lugar que le corresponde en el seno de la comunidad de sociedades occidentales, libres y democráticas».

Con la culminación de este proceso de adhesión, España se convirtió en el socio número 16 de la Alianza.
Tras las elecciones generales del 28 de octubre de 1982 se produjo un período de reflexión sobre la entrada de España en la Alianza, que condujo a la suspensión de las conversaciones sobre la integración militar de España
en la OTAN.

En el discurso sobre el «Estado de la Nación», de octubre de 1984, el presidente del Gobierno, Felipe González, presentó el «Decálogo de Paz y Seguridad» que estableció las directrices políticas que el pueblo español debería ratificar por referéndum.

Este referéndum se produjo el 12 de marzo de 1986 y mostró el respaldo de los ciudadanos a favor de la entrada en la Alianza, con un 52,54 por ciento de votos a favor, con lo que España inició su participación en todos los comités, grupos de trabajo, agencias, presupuestos y planeamiento de la defensa, con excepción de la estructura militar integrada.

SONAR (Sound Detection and Ranging)

Ver en las profundidades marinas

Funcionamiento del SONAR

NACIÓ EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Buen número de inventos, nacidos exclusivamente para su aplicación en operaciones militares, han pasado a ser imprescindibles también en el mundo comercial o industrial. Ejemplo vivo de ello es el SONAR, nacido en los albores de la segunda guerra mundial para obtener, desde un buque de superficie, marcaciones, distancias y profundidades de un submarino en inmersión, para detectar ruidos submarinos (bandadas de peces, de crustáceos…) haciendo las veces de hidrófono e incluso para comunicaciones submarinas (todo sonar militar suele llevar acoplado un teléfono submarino) .
En principio, el SONAR responde a la misma concepción que el RADAR, Un proyector emite debajo del agua (desde un domo que sobresale del casco de un buque de superficie) un estrecho cono de energía ultra sonora, que se propaga a 1500 metros por segundo y, si encuentra un obstáculo opaco se refleja en forma de “eco” y se puede sintetizar en una pantalla, pero también, acústicamente, el operador “que escucha el eco” debía ser capaz de distinguir de que objeto se trata (¡Eco metálico! ¡Toninas! etc.) así como el conocido como efecto “Doppler” (cambio de frecuencia aparente de una onda producido por el movimiento relativo de la fuente respecto a su observador) que permite determinar si lo detectado se acerca o se aleja.

SUPERANDO DIFICULTADES
La dificultad mayor contra la que luchó el desarrollo del SONAR radica en las condiciones de propagación de las ondas sonoras en la mar, la ecuación del alcance del ultrasonido emitido depende de la temperatura del agua, de su presión (profundidad) y, en menor medida, de la salinidad. La temperatura del mar, según se desciende hacia el fondo, suele tener un cambio de gradiente que, a los imaginarios ojos del que utiliza el SONAR, forma una “capa”, en la cual rebotan las ondas emitidas de tal manera que, por mucha potencia que se aplique, el sonido no penetra esa capa y el submarino que se encuentre debajo de ella estará inmune pues nunca podrá rebotar las ondas de esa emisión ultra sonora. De ahí el nacimiento de los sonares de profundidad variable, cuyo domo emisor se arría desde las toldillas de los barcos y se cala por debajo de dicha capa (la cual se conoce por el uso de los batitermógrafos o por los atlas de temperaturas de la mar).

SONAR de inmersión AQS-13
SONAR de barrido lateral

APLICACIONES CIVILES
Pues bien, todos esos conocimientos de la propagación y de la calidad del sonido que se propaga, han llevado a grandes utilizaciones del SONAR en el mundo civil, en la pesca, en la hidrografía y en la búsqueda de pecios u otros objetos hundidos (cazatesoros).
La pesca fue la primera en disfrutar del SONAR, con el aparato pueden detectar los bancos de peces a mucha distancia y, por los sonidos que emiten, de que tipo de peces se trata. En la pesca de altura es difícil encontrar, hoy en día, un pesquero sin sonar, e incluso los hemos vistos también en los de bajura.
La aparición de los sonares de barrido lateral, que transmiten un pulso acústico estrecho, en forma de abanico perpendicular a su dirección de viaje y, a medida que dicho pulso viaja hacia afuera desde el emisor, el lecho marino y otros objetos reflejan parte de la energía del sonido en la dirección del sonar (conocido como retrodispersión), lo cual lo introdujo de lleno en el mundo de la hidrografía y, para tormento de los responsables de velar por la preservación de la arqueología acuática sumergida, en la de los popularmente conocidos como cazatesoros.

José María Blanco Núñez

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