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Aportaciones militares a la sociedad civilLOS APRENDICES
Hasta mediados del siglo XIX la fabricación de bienes de consumo estuvo bajo el control de los gremios. Se trataba de un sistema monopolĆstico encubierto, representado por asociaciones profesionales de artesanos o industriales que ejercĆan el mismo oficio en la ciudad. Estaba gobernado por unas rĆgidas normas que regulaban la producción, calidad y precio de los artĆculos, evitando asĆ la competencia entre ellos. En consecuencia, se trataba de un sistema monolĆtico dirigido habitualmente a uno o dos aprendices con edades medias comprendidas entre los 14 y 16 aƱos. Estos alumnos noveles recibĆan las clases en el propio lugar de trabajo, a travĆ©s de un contrato privado con su maestro de taller del que recibĆan normalmente el alojamiento, manutención, vestido y las enseƱanzas propias del oficio. Mediante estos servicios se compensaba al aprendiz por los trabajos que realizaba.
El sistema no dejaba de ser una organización de estructura cerrada y vertical, en la que la figura del aprendiz aseguraba la continuidad de los oficios, lo que implicaba una gran rigidez en la transmisión de los conocimientos y una escasa evolución del aprendizaje basada en una especie de imitación, circunstancias que afortunadamente serĆan corregidas tras la aparición de las escuelas de formación profesional obrera.
La aparición de la primera revolución industrial en la segunda mitad del siglo XVIII apenas influyó en la mejora de los procedimientos de la enseƱanza gremial. Sin embargo, a partir de mediados del XIX aparecieron nuevas tecnologĆas y teorĆas económicas, cientĆficas y sociales; el maquinismo; la difusión y consolidación de las ideas liberales por Europa, etc., que darĆan lugar al origen de la segunda revolución industrial.
DE LOS GREMIOS A LA FORMACIĆN PROFESIONAL
El nuevo escenario indujo a los estados a involucrarse paulatinamente en la educación de los ciudadanos, exigiendo un nuevo sistema de aprendizaje colectivo que no fuese dirigido explĆcitamente a uno o dos alumnos. HabĆa que institucionalizar y reglar escuelas donde se impartiera a los obreros una extensa formación teórico-prĆ”ctica cientĆfica y tĆ©cnica mĆ”s avanzada, y que los formaran y cualificaran profesionalmente en un amplio abanico de oficios. Se iniciaba asĆ un proceso de adecuación de la mano de obra a las nuevas necesidades industriales.
En este contexto tĆ©cnicamente mĆ”s avanzado, el sistema gremial resultaba ineficaz para adaptarse a estas novedades, comenzando en consecuencia a decaer a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, e instaurĆ”ndose gradualmente el nuevo modelo de formación profesional que estarĆa directamente relacionado con el desarrollo de una profesión u oficio determinado, aunque referida Ćŗnicamente al nivel elemental de las enseƱanzas tĆ©cnicas industriales.
Cuando en 1844 el teniente coronel de artillerĆa Francisco Antonio de Elorza y Aguirre fue nombrado director de la FĆ”brica de armas de Trubia, incorporó al sistema de fabricación maestros extranjeros de reconocido prestigio. Siempre bajo la supervisión de los oficiales de artillerĆa, estos expertos y tĆ©cnicos, junto con las nuevas tecnologĆas que estaban apareciendo por Europa, comenzaron a aportar conocimientos y experiencias innovadores al funcionamiento y rendimiento de la fĆ”brica.
AdemĆ”s, Elorza estaba convencido de que para modernizar y aumentar la producción habĆa que romper con el tradicional esquema de enseƱanza gremial de aprendices, y sustituirla por una organización mĆ”s efectiva y profesional. Esta forma de pensar fue sin duda fruto de las experiencias adquiridas durante sus mĆŗltiples viajes por Europa, visitando todo tipo de instalaciones y factorĆas relacionadas con la industria, especialmente la militar.
LA PRIMERA ESCUELA DE FORMACIĆN PROFESIONAL OBRERA EN ESPAĆA
Para establecer el sistema de enseƱanza que tenĆa en mente eligió a capitanes de artillerĆa para impartir las clases teóricas, entre cuyas materias se encontraban las de GeometrĆa, AritmĆ©tica, Dibujo, MecĆ”nica, etc., en tanto que los maestros u operarios extranjeros contratados dirigirĆan las prĆ”cticas. AsĆ, en este incipiente centro de enseƱanza se daban los primeros pasos para convertirse en el origen de la primera Escuela de Formación Profesional Obrera de EspaƱa. Su comienzo oficial hay que datarlo en el 7 de enero de 1850, coincidiendo con la redacción por parte de Elorza del texto fundacional de la escuela de aprendices de la FĆ”brica de armas de Trubia. Fue la primera de EspaƱa a āla nueva usanzaā, es decir, reglada y conforme a una formación cientĆfica y tĆ©cnica en lĆnea con la formación profesional elemental, orientada sobre todo a la industria militar.
En su ideario no sólo se pretendĆa formar profesionales de mano de obra directa y maestros para trabajar en Trubia, sino contribuir ademĆ”s a que Ć©stos pudieran ir sustituyendo a los extranjeros que estaban siendo contratados por las restantes fĆ”bricas y fundiciones militares. De esta forma se beneficiarĆa a la industria espaƱola en general y a los trabajadores en particular.
La escuela se organizó de forma gratuita para los operarios y aprendices de la fĆ”brica que se estaban formando por el primitivo sistema gremial, pero, ademĆ”s, podĆan asistir en las mismas condiciones aquellas personas que por su trabajo les fuera necesario mejorar sus conocimientos. Inicialmente comprendió tres cursos anuales que mĆ”s tarde se ampliarĆan a cuatro, recibiendo el alumno el correspondiente tĆtulo de aptitud una vez superaba todos los cursos.
Diego Quirós Montero