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Cruces del Mérito Militar

Comandante Franco

Aquel 18 de junio de 2017 era su día de descanso y decidió pasarlo junto a sus compañeros de la Misión de Adiestramiento de la Unión Europea en el complejo turístico Le Campement, situado a las afueras de Bamako (Mali). En total unas 50 personas disfrutaban en aquel momento de las instalaciones.

El comandante Franco se disponía a descansar. Ataviado con un bañador rojo, móvil en mano y unos auriculares disfrutaba en la tumbona de su día de relax.

De pronto se oyeron disparos. Una ráfaga. Y el comandante pudo oírlos y ver el caos que se producía a su alrededor. Un grupo de yihadistas, fuertemente armado, estaba atacando el resort.

Instintivamente, el comandante Franco se puso en pie, detectó el origen del fuego y guió a quienes estaban a su alrededor hacia el lugar que consideraba más seguro. “Go! Go! Go! Attack! Attack! Attack!“, gritaba el comandante. La mayoría de los presentes -una docena de personas- siguieron sus indicaciones que les condujeron hasta una colina. Una vez allí, el comandante solicitó ayuda entre susurros “Soy O34, Comandante Franco, estamos siendo atacados en Le Campement, necesitamos apoyo, llamad a la Gendarmería”.

Mientras, los yihadistas ya habían comenzado a teñir el escenario de sangre con la muerte de cinco personas.

Las heridas en sus pies descalzos sangraban sin cesar. Las piedras del camino le habían destrozado los pies, pero su preocupación era otra: encontrar un arma con la que defenderse de los yihadistas en caso de que se acercasen a su posición.

Una de las personas que habían huido con él era un compañero de misión, de nacionalidad húngara. Le preguntó si llevaba un arma, a lo que éste le contestó afirmativamente. Disponía ahora de 14 cartuchos para hacer frente a los kalashnikov de los yihadistas.

Uno de los terroristas comenzó a acercarse peligrosamente a su posición. Cada vez más cerca… El comandante instó al resto de personas que se echaran al suelo y no hiciesen ni un solo ruido. Un poco más cerca… Cada vez se estrechaba más la distancia y el comandante ya estaba apuntando al terrorista con su arma.

El yihadista pudo ver al grupo de personas que se ocultaban en la colina. Disparó. Y de forma simultánea el comandante abrió fuego con su pistola. A pesar de que consiguió que el terrorista retrocediera en su posición, los disparos llamaron la atención del resto de asaltantes que pronto comenzaron a abrir fuego sobre su posición.

El comandante, pese a sus sangrantes pies se dirigió entonces colina arriba para ocultar al grupo entre la vegetación. Ya sólo quedaban 4 cartuchos.

De pronto comenzaron a oírse más disparos pero en esta ocasión eran los de las fuerzas de rescate que se estaban enfrentando a los yihadistas. El comandante mantuvo su posición hasta que un equipo de extracción español contactó con él.

Había sangrado mucho, tenía sed y se sentía muy débil. Consiguió ponerse en pie pero se desplomó a los pocos metros. Arrastrándose consiguió avanzar los 30 metros que le separaban del punto de evacuación. El Ejército español consiguió sacar al grupo del infierno que habían vivido.

Gracias a este hecho, el comandante Franco fue condecorado con la Cruz al Mérito Militar con distintito rojo.


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