Descripción
VivĆa EspaƱa en las armonĆas de su espĆritu noblejudo, en los aromas de su pasado predilecto, en el recuerdo apacible de ese girón rojo y gualdo que, anudado al extremo de una vara, idealiza el sagrado ropaje de la Patria vivĆa EspaƱa abismĆ”ndose en lo infinito de sus magnas epopeyas, cuando los sicarios de Bonaparte invadieron arteramente el suelo patrio, prometiendo una felicidad basada en el espĆŗreo maridaje del dolo y del atropello. Talando campos, destruyendo templos, maniatando Ć” indefensos ciudadanos, deponiendo autoridades y aterrorizando con el filo de sus espadas, aparecieron por toda EspaƱƔ los sectarios de aquel hijo de Córcega que, en su dantesca visión, sospecharon era nuestra Patria el protoplasma fĆ”cilmente reductible de los frailes y de las manolas y asĆ creyeron que los laureles de Austerlitz iban Ć” reproducirse lozanos y enhĆestos desde las orillas del BĆ©tis Ć” las riscosas montaƱas de Cantabria. Hombres y niƱos, ancianos y mujeres, respondieron al avance con su abnegación, Ć” las lacerĆas con su nobleza, Ć” la brillantez de la epopeya napoleónica con la estoicidad del espĆritu hispano y encendiendo la fe en los pechos, la generación de aquella Ć©poca supo retar con Ć©xito al CapitĆ”n del siglo XIX, que soñó subyugar Ć” unos espaƱoles Ā«hamposos, acĆ©falos y semi-bĆ”rbarosĀ». Militares y sacerdotes, aristócratas y plebeyos, juntĆ”ronse en apretado haz para redimir los patrios lares de la napoleónica tutorĆa fascinados por las sugestivas leyendas y atĆ”vicos ardores, lanzĆ”ronse fervorosos y entusiastas Ć” los campos de batalla con el corazón puesto en aquellos adalides que tanta prez dieron Ć” EspaƱa, teniendo el lodo por lecho, el firmamento por tienda, el hambre como consejero y la peste como guĆa.
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